Por Valentina Vives
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Presentamos a la Red Semillas de Libertad y al Festival Madre Tierra Internacional, como ejemplos de las interacciones sociales que las redes de semillas pueden generar.
No es sencillo organizar un festival de envergadura, y menos aún lograr que sea un éxito como lo fue éste, con más de 1.500 participantes. Para mí el recuerdo más vivo de aquellos tres días (2 al 4 de octubre de 2015) es el sentimiento de gozo, entusiasmo y alegría en el ambiente. Estábamos dichosos, y en retrospectiva, eso nos lleva a preguntarnos ¿cuáles son los elementos esenciales que un encuentro o festival ecológico debe tener? Sin pretender ser un manual para festivales, este artículo explora algunos de esos elementos esenciales.
Y para hacerlo partimos de lo más obvio: preguntar a los participantes qué fue lo que más les gustó. Tres respuestas sonaron una y otra vez:
– La diversidad de los participantes. Asistieron personas de la mayoría de regiones del Ecuador, de diversas culturas (mestizos, afroecuatorianos, pueblos originarios de varias nacionalidades), campesinos, estudiantes universitarios, viajeros de distintas partes de Latinoamérica. Y una nutrida participación local, del pueblo de Tarqui y las comunas aledañas del Azuay. Mundos distintos se
encontraron y dialogaron.
– Los contactos Las numerosas interacciones y contactos que se dieron permitieron que se diera un encuentro auténtico y de calidad, que cambió el destino a más de uno. Poder conocer a tanta gente que está embarcada seriamente en proyectos de cambio social fue muy productivo y satisfactorio.
– La excelente calidad de los conferencistas y talleristas,
resultado de la busqueda de personas que tuvieran experiencia real, con varios años de práctica en los temas que compartieron. En esto fue esencial el trabajo que la Red de Guardianes de Semillas de Ecuador ha venido haciendo desde hace 13 años en el área educativa. La profundidad con que se trataron los temas, las ganas de compartir y el carisma de los talleristas fueron algo inspirador a
decir de los participantes.
La infraestructura y el espacio físico fueron sencillos. Una cocina exterior construida en talleres previos al evento por Miguel Torske de YakuNina, con sus mesones de madera basta, lavadero adaptado en una lavacara grande, un tradicional horno de tierra en forma de domo, y lo más importante, seis estufas rocket. Este
modelo de estufa es hoy por hoy el más eficiente y sencillo que se puede construir, permitiendo cocinar grandes cantidades de comida en poco tiempo y con poca leña.
El área de cocina estuvo a cargo de SlowFood Ecuador con el apoyo de varios voluntarios que se esforzaron muchísimo para
proveer con desayunos y cenas. La asociación del hogar de mujeres Casa María Amor preparó los almuerzos. La comida fue gratuita para 500 organizadores, talleristas, voluntarios y delegados de organizaciones campesinas. Se complementó con ventas de comida tradicional preparadas por asociaciones locales de mujeres.
El aspecto sanitario se basó en 4 baterías de letrinas aboneras, con 5 letrinas cada una. Luego de evaluar diversas posibilidades, se optó por la más sencilla: zanjas de 1.50 metros de profundidad por 4 metros de largo y 0.70 metros de ancho. Sobre ellas se construyeron casetas de palos con paredes y techos de lona publicitaria reciclada. Cada caseta contó con su cajón de madera y asientos
normales de sanitario para mayor comodidad. Luego de cada uso, el usuario botaba un poco de aserrín para cubrir sus deshechos y dejaba la letrina lista para el siguiente usuario. El número y tamaño de letrinas alcanzó perfectamente para todos los participantes. Tras el evento, las casetas fueron levantadas, sus materiales reciclados y se rellenaron las zanjas con tierra, dejando el espacio
abonado. Costos bajos, sanidad asegurada.
Se construyeron además 5 duchas de agua al clima para uso de los campistas.
Toda la instalación, mantenimiento y desmontaje de las infraestructuras estuvo a cargo de Allpa Tarpuna.
La zona de talleres consistió en carpas para 200 personas. Cuatro de ellas orientadas según los puntos cardinales y que llevaron los nombres de las 4 regiones del Tawantinsuyu: chinchaysuyu, antisuyu, collasuyu, contisuyu. Además una carpa polivalente para alimentación y conferencias, la Inti (sol) y otra solo para descanso y actividades de sanación y relajación, la Killa (luna).
Se montó un espacio especialmente para niños, que tuvo un éxito enorme, siempre lleno. Tres carpas con esteras y juegos, para tres rangos de edad, además de juegos en exterior, una pequeña pared de escalada, etc. Los niños fueron quizás quienes más gozaron del evento. Esta área estuvo coordinada por Carina Holguín.
Las artes, componente esencial del ser humano, estuvieron presente. Dos sendos documentales, Modern Nature de Craig Leon y A dólar! A dólar! de Maria Aguilera Reche abrieron las noches culturales. La tarima, hermosamente decorada, sirvió de escenario a varios grupos y solistas que nos deleitaron hasta la medianoche. Música distinta, música que no resuena en los circuitos comerciales, y de una gran calidad. Estuvo Salú de Guayaquil, Alfredo Rubín de Argentina, Nacho Choque de Perú, entre otros, viajantes y locales que compartieron sus talentos de día y de noche. Hubo también micrófono abierto, donde participantes como Roberto Gortaire pudieron demostrar sus multifacéticas habilidades. El grupo de teatro-fusión colombo ecuatoriano La Mestiza presentó una obra que fue largamente aplaudida y que generó profunda reflexión sobre la historia de colonialidad y la cultura mestiza que hoy nos une en las Américas. Las noches culturales y la tarima fueron coordinadas por Collective Wave.
Me impresionó la riqueza humana de nuestros compañeros y compañeras de Ecuador, especialmente gracias a la Red de Guardianes de Semillas y al Colectivo Madre Tierra por su entrega, porque soy testigo de que pusieron toda su energía, sus contactos, su vocación, fuerza y pasión; saben mucho y no tuvieron ni un reparo en compartir sus conocmientos y sus semillas. En los talleres aprendí sobre fermentos; materiales y técnicas para bioconstrucción; tecnologías apropiadas para calefacción; cómo usar y limpiar el agua con un bajo impacto ambiental; cómo remediar suelo, frenar la erosión en laderas, estrategias para la reforestación según sucesión ecológica; metodologías de diseño participativo; cooperativismo y economía solidaria; acción no violenta; recuperación y dinamización de semillas; abonos líquidos; agriculrura urbana; historia del alimento; sistemas de intercambio alternativos. Un evento tipo congreso al aire libre, de riquísimo contenido, en carpas que resistieron la lluvia, con cocinas con tecnología Rocket en serie para la alimentación de 500 personas diariamente, baños secos para más de mil… todo esto increíblemente bien organizado, planificado y ejecutado por un grupo de locos soñadores con poca experiencia en producción de eventos masivos, en medio de un pueblo montañoso, de preciosos paisajes, ubicado a 30 minutos de la ciudad.
Fue sencillamente maravilloso compartir, experimentar y ser parte de un flujo rítmico entre los voluntarios, las cocineras, los músicos, la gente comiendo feliz y agradecida los productos y sabores típicos locales, opciones para carnívoros/as y vegetarianos/as.
El último día de Festival se realizó una inmensa feria de gastronomía y un mercado de productos y artesanías locales coordinado por Madre Tierra y la Junta Parroquial de Tarqui, donde participaron un centenar de agricultores y artistas, todos igualmente comprometidos con la compra como con el trueque. Fue un multitudinario intercambio de semillas orgánicas provenientes de muchos rincones del continente, pero además jabones, textiles, hierbas, flores, papas, maíz… Todo en compañía de la infaltable guitarra, charango y quena, también nuestra querida Violeta, y otros miembros de la Red sobre el escenario compartiendo sus canciones y melodías, desde blues (en quechua) hasta canciones de folclore chileno que a todas nos remecieron.
El evento se cerró, tras una lluvia torrencial, con danzas de paz universal.
Como parte de los productos del Festival se produjo un documental de 23 minutos de duración, que pueden ver aquí. Los primeros cinco minutos son un resumen de las actividades realizadas, después vienen entrevistas a participantes que muestran los objetivos y el espíritu del encuentro.
(Atención, el artículo continúa después del video)
El Festival Madre Tierra Internacional fue muchas cosas para distintas personas. Pero en su núcleo y de forma transversal, siempre estuvieron las semillas.
De hecho, el evento surgió como un pretexto para reunir por cuarta vez consecutiva a líderes y representantes de las redes de semillas de varios países de América. Y en ese sentido, fue la continuación de una historia.
Hace más de tres años nació en Ollantaytambo, Perú, la Red de Semillas Libres de Las Américas (RSLA). Este regalo surgió un 7 de Agosto de 2012, luego de dos días de intensa asamblea entre personas que habían sido invitadas al Festival Kokopelli-Pachamama, una celebración por los 20 años de la asociación francesa de semilleristas Kokopelli. En medio de la cordillera de los Andes, en compañía de Vandana Shiva y con la participación de una treintena de guardianes y guardianas de semillas, dimos origen a una declaración de principios, y, junto con el acuerdo de reunirnos una vez por año, se inició un movimiento latinoamericano conjunto, horizontal, diverso e inclusivo. Compuesto por personas de naciones con similitudes y diferencias, unidas por una historia común de resistencia al saqueo, la dictadura y la dominación, y por un profundo respeto y sentimiento de gratitud que nos une a la naturaleza y a la tradición indígena que todavía sobrevive, junto a sus semillas.
Fue un momento de encuentro donde las redes de semillas de Ecuador, Colombia y Costa Rica pudieron aportar su nutrida experiencia e inspirar el nacimiento de redes similares en Argentina, Chile, Perú, Venezuela y Brasil.
Este movimiento se fortalece desde entonces, convocando a más y más personas, de distintas partes de América y del mundo que perciben como propio el sentimiento, el
pensamiento y las acciones de la Red. Pueblos originarios, afrodescendientes y mestizos, compartiendo experiencias, aunando visiones y estrategias para el rescate, la multiplicación y la dinamización de semillas.
Las semillas son diversidad, son el principio y el fin, el motor de la vida. Contienen el misterio, nos enseñan con el ejemplo e infinita paciencia las Leyes de la Naturaleza; como por ejemplo, que la generosidad multiplica, trae abundancia, y que mientras más entregamos y compartimos, más tenemos. ¿Hay alguien que no haya experimentado esta ley? O al revés, mientras más tacaños somos, mayor escasez generamos, en todo sentido.
Aprendemos de los abuelos y abuelas que todavía cultivan este ancestral oficio, para poder ser personas que protegen las semillas, las seleccionan, cultivan, crían y luego las comparten: en un plato de comida, en un saco, en un sobre, o unas simples pepitas que se llevan siempre en el bolsillo y que se regalan al pasante, al viajero. Porque sabemos que, si es que el futuro habita en alguna
parte, es en ellas, y en el conocimiento, la memoria, la tradición en ellas contenida.
Las semillas nos muestran, empíricamente, que sí alcanza para todas y todos los seres del planeta, que la escasez es un intento de dominar y controlar a través del miedo y las falsas necesidades. Que pobres no seríamos si es que tuviéramos el valor suficiente de recuperar la dignidad inscrita en las
semillas, si lográsemos ver, si recordásemos aquellas formas de habitar y de existir que siguen y acompañan a las Leyes de la Naturaleza.
El segundo encuentro de la red nos llevó a Laguna Verde, Valparaíso – Chile en abril de 2013. Este fue un encuentro en el campo, con baños secos y cocinas comunitarias, organizado y realizado entre muchos voluntarios, desordenado, improvisado, pero con mucho newén (que en mapuzungún quiere decir la Fuerza del Universo).
Entre el barro, la paja y los cultivos se consolidó nuestra identidad: somos corazón, somos intuición, somos sangre indígena, somos newén Mapuche, Aymara, Quechua, Guaraní, y tantos más. Somos cultura mestiza, resistencia urbana y tradición campesina, en multiplicación. Tejemos la Red en respeto, amistad y diversidad, cultivamos relaciones basadas en la confianza, el cariño, la reciprocidad y la empatía, el tinku: conversar con la certeza de que somos diferentes y podemos estar en desacuerdo, de que podemos manejar los conflictos de forma positiva y sin huir de ellos.
Cuando esto falta el tejido se rompe. Experimentamos y evidenciamos esto último en nuestro tercer encuentro, en Inconfidentes, Minas Gerais – Brasil en mayo de 2014. Fue gracias a la Asociación Biodinámica del Sur de Brasil y otros colaboradores que pudimos volver a encontrarnos, obtener la energía y la fuerza del encuentro, para continuar el próximo ciclo con estímulo, con ganas, y avanzar en la construcción colectiva del movimiento. Pero, el futuro nos deparaba grandes cambios. Como toda evolución involucra una crisis proporcional, este encuentro más bien académico y expositivo generó un ambiente tenso, de desconfianza e inconformidad, donde la gran ausente fue la participación. La Red de Grupos de Agroecología del Brasil, creadora original de la Red de Semillas del Brasil en Ollantaytambo, no fue invitada a colaborar en la organización y tampoco en el encuentro. El espacio fue cerrado y de carácter institucional, no hubo lugar para el diálogo con la gente de Brasil que estaba interesada en la RSLA más allá de las instituciones organizadoras, que acapararon el espacio. Los y las semilleristas que se acercaron voluntariamente, se reunieron de forma informal en la calle, afuera del evento, para compartir sus impresionantes experiencias.
Fuimos muy bien tratados, estuvimos cómodos y conocimos algunas experiencias valiosas. Participamos de una espectacular feria de semillas. Fue un muy grato encuentro en estos aspectos, pero nos dejó muchas lecciones, sobre todo en el sentido humano de la organización social, en la necesidad de construir redes informales y descentralizadas donde las personas puedan incluirse y apropiarse del espacio, relacionándose en un marco de respeto y naturalidad.
Sumado a todo lo anterior, los tiempos se hicieron cortos, la necesidad económica para mantener las reuniones del grupo nos llevaron a tomar la decisión apresurada de crear una fundación para gestionar fondos. En los meses siguientes la mala comunicación respecto a la creación de esta institución y las decisiones contrarias a los consensos alcanzados terminaron por dividir al grupo original. Vivimos una experiencia de imposición e intento de control típico, que se repite en las relaciones norte–sur, un modo de operar inscrito en el pensamiento vertical característico de occidente. En el norte global abundan los recursos monetarios y la ayuda ofrecida con sus excedentes es el mecanismo más sencillo para cooptar movimientos auténticos con fines propios a la agenda del donante.
Los voceros y coordinadores de las redes de Chile, Argentina, Brasil, Perú, Ecuador, Colombia y Costa Rica decidimos mantener nuestra autonomía, no participar en esta institucionalización y reunirnos en Ecuador en 2015 para discutir el futuro de la red.
Para conseguir los recursos necesarios y aprovechar la oportunidad de encontrarnos, la Red de Guardianes de Semillas de Ecuador propuso la realización de un gran festival en la zona de Cuenca, al sur del país. Consiguió el apoyo del grupo local Colectivo Madre Tierra, que lleva 14 años organizando eventos de arte y ecología en la región, y que logró gestionar la participación de la Prefectura de la Provincia del Azuay con recursos económicos y logísticos. El evento se programó para realizarse en Tarqui, en señal de apoyo a las luchas de esa zona por mantener un importante recurso hidrológico, Quimsacocha, contra la ambición minera.
Luego del Festival, los representantes y voceros de las redes nacionales nos reunimos los días 5 y 6 de octubre en Cuenca, donde reafirmamos el grupo de trabajo, constituyendo un Círculo de Acuerdo o Consejo de la Red conformado por representantes de las redes nacionales y bioregionales de:
Argentina (Red de Semillas Libres de Argentina, Red de Plantas y Saberes Naturales, Red Jarilla de
Plantas y Semillas),
Chile (Red de Semillas Libres de Chile, con representantes del Wallmapu y la zona central),
Perú (Red de Semillas Libres de Perú y Arariwakuna),
Brasil (Red de Grupos de Agroecología del Brazil, Casa de SementesLivres),
Ecuador (Red de Guardianes de Semillas, quienes además nos representan en el Colectivo Agroecológico del Ecuador),
Colombia (Red de Semillas Libres de Colombia, Red de Guardianes de Semillas de Vida),
Costa Rica (Bloque Verde),
Guatemala (Instituto Mesoamericano de Permacultura, Red de Semillas de Guatemala),
México (Fundación Semillas de Vida),
Estados Unidos (The Cultural Conservancy)
Observadores internacionales:
Seed Freedom Camapign / Navdanya Internacional.
La inclusión de Guatemala, con su impresionante trabajo en producción y comercialización de semillas campesinas, México con su formidable lucha en defensa del maíz y la cultura campesina de las semillas, y los pueblos nativos de EUA a través de la fundación The Cultural Conservancy, y el regreso de la red agroecológica del Brasil han dado más fuerza y profundidad a la labor de la red. La
presencia de la campaña Seeds of Freedom, iniciada por Vandana Shiva a través de su organización Navdanya Internacional, asegura la conexión de nuestra red continental con el resto de movimientos semilleristas en el planeta.
La organización (en el sentido de organismo vivo, no de institución), cambió de nombre en Cuenca, para renacer como una colectividad fortalecida bajo enfoques
unificados, como una herramienta concreta para conectar y apoyar a los guardianes y las guardianas de semillas del continente. El nombre elegido fue Red Semillas de Libertad.
La palabra Libertad nos identifica plenamente con lo que buscamos promover: semillas libres de químicos, de propiedad intelectual y de modificación genética, pero más que nada, semillas que hacen posible la
autonomía, que permiten hacernos responsables de nuestras decisiones, comenzando por la alimentación, siguiendo por nuestro pensamiento y sentimiento hacia la Tierra, nuestras comunidades y hacia nosotros mismos. Semillas que forjan seres humanos libres., que proporcionan libertad a la humanidad.
Consideramos que una nueva declaratoria era necesaria para actualizarnos en nuestras
respectivas miradas locales así como a nivel continental y global. Una declaratoria planteada para seguir acercando a la red cada vez más chacras y huertas familiares locales. Una declaratoria que habla por vez primera de la semilla como un derecho humano básico, pero también habla de los derechos que tiene la semilla y que la humanidad debe respetar. Una declaratoria que hoy compartimos con
ustedes al final de este artículo, y que esperamos nos ayuden a diseminar por los campos y ciudades.
La Red Semillas de Libertad se encontrará nuevamente en diciembre de 2016, en México, para plantear alternativas y recomendaciones en las mismas fechas que se realizará la 13 Conferencia de las Partes (COP13) del Convenio sobre Diversidad Biológica de las Naciones Unidas. Invitamos a las
redes semilleristas de las Américas y a las diversas organizaciones que se desempeñan en los temas de ecología política, antopología ambiental, soberanía alimentaria y semillas, a acompañarnos en este encuentro, en este camino y labor, en esta celebración por las semillas libres, las semillas de vida.
Invitamos a todos y todas a seguirnos en nuestra página en facebook, en este enlace.
Derechos de las Semillas
Nosotras y nosotros, tejedores y tejedoras, defensores, criadoras, guardianes, custodios, curadoras y sembradores de semillas declaramos que:
Reconocemos a las semillas como un legado de los pueblos originarios y campesinos para la Humanidad. Son quienes continúan preservando la gran biodiversidad y los conocimientos que guardan las semillas y mantienen los procesos de diversificación de manera constante posibilitando la adaptación de las especies a las cambiantes condiciones climáticas. Son las comunidades locales quienes deben
asumir de modo autónomo la crianza de sus semillas.
Las semillas son parte integral de la cosmovisión que considera una relación de comunalidad con la naturaleza, en la cual las semillas son esenciales para nuestra existencia, supervivencia y continuidad cultural. Como elemento fundamental para la reproducción de la humanidad, las semillas no pueden ser consideradas como mercancías
pues son la fuente de biodiversidad que nos nutre en todas las dimensiones.
Las semillas son inseparables de nuestra identidad. Protegerlas garantiza nuestra salud, alimentación, autonomía y soberanía de un modo sostenible en cada uno de nuestros territorios. Del suministro de semillas depende que podamos alimentar en forma soberana a nuestras poblaciones.
Enfrentamos la imposición de un modelo global que está destruyendo la capacidad de regeneración de la biosfera así como los conocimientos necesarios para nuestra subsistencia y evolución como pueblos, en las dimensiones material y espiritual. Este modelo homogeneizador se justifica en un mal entendido desarrollo que finalmente fragmenta, excluye, reprime a los pueblos y reduce la comprensión de la vida a una limitada lógica de mercado e intereses particulares. Es así como se instala un modelo campo-ciudad que desconecta, excluye y desvaloriza al mundo rural, impulsando el monocultivo y su paquete tecnológico que devasta y contamina sistemas productivos ancestrales, expulsa comunidades, reduce la semilla a mercancía, destruye todas nuestras fuentes de vida y pone en riesgo nuestra supervivencia como especie.
Por lo tanto,
Declaramos el Derecho a la Semilla como uno de los derechos básicos de las personas por el que todo pueblo de la Tierra y todo ser humano tiene el derecho de crear, guardar, multiplicar, compartir, intercambiar, vender y regalar sus semillas. Ninguna ley, política pública, estrategia de mercado o apropiación privada puede atentar contra este derecho
básico.
Declaramos que la Semilla también tiene derechos y que los pueblos de la Tierra tienen el deber de protegerlos. Son derechos de la Semilla:
– La preservación de la herencia genética y cultural que contiene, mediante la conservación de las variedades heredadas.
– El derecho de evolucionar en los territorios, en condiciones locales y en manos de la población, de manera descentralizada.
– El derecho de libre circulación, sin fronteras, para compartir e intercambiar, ya que el movimiento revitaliza la semilla permitiendo
su evolución y adaptación.
– El derecho de ser protegida de la contaminación transgénica, de los agroquímicos y de toda ley, práctica, interés comercial o apropiación privada que atente contra los derechos anteriores.
Rechazamos:
– Toda forma de propiedad intelectual sobre las semillas y sus saberes asociados; la biopiratería y
toda forma de apropiación de la semilla o de sus conocimientos asociados;
– El control corporativo sobre la vida, que genera monopolio y dependencia, destruye las economías locales y reduce la capacidad de adaptación y supervivencia de las
sociedades;
– Toda forma de transgenia y aquellas tecnologías que impiden la reproducción libre de la semilla, así como los híbridos degenerativos de los que no se puede sacar semilla viable;
– Las leyes ilegitimas que criminalizan el libre flujo y multiplicación de las semillas;
– La utilización de agrotóxicos, monocultivos, y toda política y práctica que agreda a la vida y
atente contra la salud de los ecosistemas y las poblaciones;
– La inversión pública que beneficie a empresas privadas con recursos para investigación, desarrollo, promoción y fomento de tecnologías que produzcan semillas degenerativas, sujetas a derechos de propiedad intelectual.
Proponemos:
1. Promover la conservación de la diversidad biológica y cultural.
2. Promover la Agroecología como una solución a los problemas ecológicos, socioculturales, económicos y políticos que afectan al mundo. Reconocemos en ella una herramienta que permite independizarnos del sistema agroalimentario industrial y corporativo.
3. Impulsar la
revalorización de modelos socio-culturales inspirados en los saberes ancestrales de los pueblos originarios, con enfoques agroecosistémicos.
4. Elegir la organización social en sistemas basados en la amistad, la confianza y la solidaridad como factores básicos para sembrar el Buen Vivir y alcanzar la efectiva articulación de nuestras redes.
5. Promover la educación en todos los
niveles para el cultivo, reproducción y difusión de semillas, por medio del diálogo de saberes;
6. Promover la crianza y multiplicación de semillas con técnicas y visión agroecológica, adaptando y diversificando las semillas a nivel local para así detener la erosión genética y crear las variedades necesarias para la humanidad;
7. Trabajar en el fortalecimiento de los vínculos y
los tejidos de las redes locales y así mismo en la expansión de la Red Semillas de Libertad;
8. Utilizar la no violencia activa como método de respuesta al atentado legal y tecnológico contra las semillas, los pueblos y la Madre Tierra;
9. Promover la protección de los centros de origen y diversidad, y la liberación de los territorios de contaminación transgénica;
10.
Trabajar para la dignificación de la vida en el campo, reconociéndola como una forma de desarrollo digno, sano, sustentable y autosuficiente;
11. Garantizar que la crianza de las semillas esté en manos de las comunidades locales, de los pueblos campesinos y originarios;
12. Empoderar a las personas, productores familiares, comunidades y entes autónomos como reproductores y
difusores de semillas, de modo abierto y participativo.
¡Por la libertad de las semillas!
Red Semillas de Libertad
¡Con las manos en La Tierra!
Declaración de Cuenca, Ecuador, 6 de octubre de 2015
Red de Semillas Libres de Chile; Red de Semillas Libres de Argentina; Red de Grupos de Agroecología del Brasil; Red de Semillas Libres del Perú; Red de Guardianes de Semillas, Ecuador; Red de Guardianes de Semillas de Vida, Colombia; Red de Semillas Libres de Colombia; Bloque Verde, Costa Rica; Instituto Mesoamericano de Permacultura, Guatemala; Fundación Semillas de Vida, México; The Cultural Conservancy, EUA. Como aliada y observadora: Seed Freedom Campaign, Navdanya Internacional.
AGRADECIMIENTOS
No queremos despedirnos sin agradecer,
A los voluntarios y voluntarias que dieron su generoso esfuerzo. Algunos hicieron una labor titánica. Sin ustedes, el Festival no habría sido posible. No los olvidaremos.
Al personal del Club de Policías de Tarqui, que prestaron el espacio y tuvieron una enorme voluntad de apoyar. A la Junta Parroquial de Tarqui y a la Prefectura del Azuay por haber creído en este proceso ciudadano.
A
las compañeras de las asociaciones de productoras agroecológicas de Tarqui, al grupo de mujeres de la Casa María Amor y a Slow Food Ecuador, que nos alimentaron tan rico.
A las personas que prestaron espacio en sus casas para que los participantes de provincias pudieran alojarse. Al colectivo Colminka que alojó a la RSLA durante nuestra estadía en Cuenca.
A los artistas, que nos
alegraron e inspiraron.
A los grupos que hicieron los despertares energéticos en las mañanas y las Danzas de Paz Universal.
A Javier Carrera, Rogelio Simbaña, Diana Moscoso, Sarah Hanenbauer y a sus familias, que cargaron con todo el peso de la organización. A los y las talleristas, que compartieron generosa y gratuitamente sus saberes.
A toda la gente que vino en avión, bus, carro, mula o a pie para unir su voz y lograr que este sea un evento multicultural y mágico. A los compas de la Amazonía, del noroccidente de Pichincha, de Esmeraldas, de Manabí, de Guayas, del Austro, del Norte, de las delegaciones internacionales, de los ríos, de los montes, de las selvas, del mar y de las ciudades. A los niños y niñas, que la gozaron. Hicimos esto juntos.
Nos vemos en el próximo Encuentro.